Proponiendo actividades donde el estudiante pueda reconocer el sentido y valor de lo que aprende.
Piensa en estos dos enunciados: “Dibuja un círculo y un cuadrado” o bien, “¿En qué se diferencia un círculo y un cuadrado? Después de hacer una lista de las diferencias entre ambas figuras, dibuja un círculo y un cuadrado”. Existe una gran diferencia entre ambos ejercicios, ¿verdad? El primero da una instrucción para crear un producto y el segundo pone el producto en contexto.
Este ejemplo nos muestra la importancia de poner las actividades en contexto, para que tengan un verdadero sentido y apropiación. En otras palabras, se busca transformar la entrega de una actividad o un producto en indicaciones que orienten al estudiante a emprender un camino que vincule la intención pedagógica tras la actividad y fomente el desarrollo de habilidades. Para ello, puedes poner en práctica estas recomendaciones basadas en la Educación Relacional:
Ser explícitos y revelar el “para qué” de las actividades, lo que se está proponiendo al momento de alcanzar una meta, reforzando el sentido del aprendizaje. Esta es una forma de enfatizar que cada estudiante estará trabajando para sí mismo/a.