Cinco dinámicas que dan valor al proceso de aprendizaje

En muchas ocasiones, las tareas académicas representan un deber que genera poca motivación. La Educación Relacional plantea un camino para que los contenidos curriculares se presenten a los estudiantes mediante acciones que permitan el desarrollo de habilidades y la personalización de la experiencia de aprendizaje.

Te compartimos cinco acciones para promover la motivación del estudiante:

1. Identificar gustos e intereses entre los estudiantes. Ejemplo: el fútbol, la guitarra, pintar, las constelaciones, una serie o película, ajedrez, entre otras.

 

2. Transferir la aplicación del currículo a los gustos e interés. Por ejemplo, explorar la historia del fútbol o reconocer en detalle las partes y funcionamiento de una guitarra.

 

3. Integrar las habilidades propias del área a los gustos e intereses: explorar a través de las actividades escolares, acciones que vinculen los intereses a la práctica. Ejemplo: analizar el funcionamiento de los músculos y su relación con el fútbol, en un trabajo sobre números racionales encontrar la relación con las jugadas del ajedrez.

 

4. Fortalecer los intereses del estudiante dentro de las rutinas de hogar. Esto beneficia la capacidad de explorar nuevos horizontes para el aprendizaje. Ejemplo: la música asocia desde cada campo del conocimiento, lo matemático, el impacto social, la lírica, entre otras.

 

5. Motivar la proyección de nuevas metas para contribuir a una actitud de exploración, descubrimiento y mejora constante. Por ejemplo: usar lo aprendido en el próximo partido de futbol o en el próximo concierto de guitarra.

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