Ejercitando cuerpo y cerebro

“El ejercicio lleva al cerebro al máximo de sus capacidades”. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación? Coral Sanfeliu, experta investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC), explora los beneficios de actividad física frecuente y controlada en el comportamiento de las personas.

Entre estos se encuentra el mejoramiento del rendimiento intelectual, la generación de nuevas neuronas que reparan lesiones cerebrales, la reducción de la depresión y ansiedad, y el aumento la esperanza de vida. Educación Relacional propone estos tips para que incluyas el ejercicio físico en tus actividades pedagógicas cotidianas:

1. Haz del ejercicio una prioridad. Analiza los contenidos de tu área y organiza actividades lúdicas que permitan integrar capacidades como la velocidad, atención, flexibilidad, fuerza o movimiento, en el aprendizaje de tus estudiantes. Ejemplo: explora la relación entre los cuentos y la expresión corporal.

2. Integra el ejercicio al desarrollo de cada sesión. Crea rutinas de pausas activas a tu plan de aprendizaje. Ejemplo: solicita a tus estudiantes que generen por ellos mismos un ejercicio o rutina corta. Será una propuesta individual que beneficiará a todo el grupo en cada encuentro.

3. Incorpora la actividad física a tu metodología de evaluación. Promueve que la familia del estudiante o entre compañeros de curso, realicen tareas donde puedan integrar el ejercicio a los contenidos de cada área, aumentando la capacidad de relacionarse con las demás personas y con el entorno. Ejemplo: organizar caminatas en medios urbanos y rurales cuyo producto sea el análisis del contexto.

Recuerda que hacer ejercicio es un hábito, así que incorpóralo gradualmente en tu vida y en la de tu familia, amigos y estudiantes. Con esto logras aportar a la construcción del bienestar y la calidad de vida.

Por David Ariza