La autonomía: un camino compartido

“Ya que soy autónomo, puedo hacer lo que yo quiera", "ya que los estudiantes son autónomos, pueden trabajar solos". ¿Qué piensas de estas afirmaciones? Es importante aclarar conceptos con los que se suele confundir la autonomía, para así responder de la mejor manera a estas situaciones:

• Independencia total. La Educación Relacional apuesta por desarrollar el potencial propio de cada persona, y para ello existe un camino. Estructuras como los momentos del día, las etapas de aprendizaje y los procesos de metacognición, son elementos para desarrollar hábitos que poco a poco acaban integrándose a las rutinas del estudiante. Estos procesos requieren acompañamiento por parte de los educadores y tutores.
• Autosuficiencia. La Educación Relacional entiende que somos autores de nuestra propia vida y también que somos actores sociales. Por eso, los estudiantes protagonizan su proceso, a la vez que están rodeados por una red de apoyo que incluye a pares, educadores y familias. Si bien se les anima a trabajar de manera independiente, cuentan con el monitoreo y acompañamiento que necesitan para desarrollar su pleno potencial.

Así se construye el camino hacia la autonomía:

1. Es necesario comprender que la autonomía es un proceso que debe ser practicado diariamente. Suponer que un estudiante se convierte en autónomo desde el primer día, es asumir que una persona es capaz de correr una maratón sin haber entrenado.

2. Plantear etapas de desarrollo de la autonomía. Estas etapas se denominan "niveles de autonomía". Al inicio, los estudiantes están en un nivel Dirigido y a medida que desarrollan sus habilidades, van progresando hasta llegar al nivel de Autonomía Superior.

3. Asumir responsabilidades. Iniciar con compromisos sencillos, por ejemplo, ser responsables de las pertenencias, de aplicar palabras en situaciones cotidianas, de aprender algo cada día, etc.

4. Impulsar la toma de decisiones y hacer reflexivo el efecto que producen en sí mismo y en las personas cercanas.

5. Cuestionar situaciones acordes a la edad y al contexto, reconociendo oportunidades de mejora y proponiendo estrategias.

El desarrollo de la autonomía es un camino compartido entre el estudiante como protagonista, y la comunidad educativa que lo rodea. Aprender de forma autónoma está lejos de "hacer lo que uno quiera” o “trabajar solo”, y si estar acompañado en el desarrollo de habilidades que llevarán a cada persona a alcanzar su pleno potencial.