Tres estrategias para potenciar la motivación intrínseca de los docentes desde el rol directivo

Para los directivos, lograr que su liderazgo motive a los educadores es un desafío diario, aun mas en el momento en que vivemos de transformación de las condiciones en el desarrollo de la práctica pedagógica. Para ello, la Educación Relacional presenta tres estrategias para ejercer un liderazgo que potencie la motivación intrínseca, durante y después del confinamiento:

  1. Valorar a cada miembro de la comunidad: el liderazgo implica ser capaz de “sacar” lo mejor de cada miembro del equipo, de forma que cada quien se sienta valioso y respetado. Por eso, desde la dirección, se puede trabajar en aspectos de desarrollo de la autoconfianza. Así como los educadores apoyan a sus estudiantes, los directivos a su vez pueden apoyar a los educadores, para que desarrollen sus habilidades en la toma de decisiones.

 

  1. Darle voz a cada miembro de la comunidad: es una forma de potenciar la participación y el sentido de identidad institucional. Desde una posición de liderazgo y gestión, es posible fortalecer el desempeño del rol de educador. Por ejemplo, poner en marcha espacios de intercambio como las Mesas de Gobierno, compuestas por representantes de los estudiantes, familias y lideradas por el equipo pedagógico, permite que cada miembro participe en la construcción de la comunidad y sume valor en el colectivo.

 

  1. Contextualizar el trabajo: En ocasiones, el liderazgo puede confundirse con la autoridad. Sin embargo, se obtienen mejores resultados cuando se comparten las responsabilidades y las razones detrás de cada solicitud o necesidad. Esto permite que se encuentren respuestas y se elaboren productos más pertinentes y con sentido. Por ejemplo, en vez de exigirle a un educador que entregue un reporte, vale la pena explicar por qué se necesita o cómo se va a usar. De esta forma, se crea un contexto que permitirá al educador darle sentido a la tarea.
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